Ya para este momento empezamos a ir a fondo y en medida perfeccionando la utilización de los pinceles duros y como un ejercicio fugas representamos con diferentes texturas a La Nuri que ya se hacia familiar su cuerpo. con poco tiempo teníamos que lograr lo que veíamos no con un fin de plasmar de manera realista si no una especia de sentido a la postura donde solo la forma tomaba una valor de significancia y el cuerpo parecía que tomaba valor con la textura que nos facilitaban los pinceles.
Y ya al final de la clase con mayor análisis y detención bajamos el ritmo para racear en una sola hoja el cuerpo con toda esta experiencia ya comprendida por mi mano y mente. Esta actividad la sentí muy especial ya que ese día sentía que nada bueno podía salir de mi ni lo que me rodeaba como si todo empezará a espesar y perder color como la entrada a una cueva que la luz tapaba su verdadera forma pero el ir dando cada pincelada y dar toda esa sensación dentro del papel logre prender un mechero en esa cueva que perdía vida y así poder solventar a pedazos esa angustiante emoción que fue desapareciendo como el polvo suspirando por el viento.
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